domingo, 22 de agosto de 2010

Deseo...

Es una noche típica de Sábado. Ni sé todavía porque terminé acá sentado. La cerveza sigue transpirando a través del vaso de vidrio en la que está servida y de esta forma lentamente pierde frío. Dije que me encontraba sentado porque cada vez le encuentro menos sentido ser uno más del montón moviéndome al ritmo de la música como una coreografía sin fin por unas cuantas horas.
Bajo la mirada y te pienso, levanto la mirada y me encuentro con que todos están con alguien. ¿Será el afán de pasar el rato y engancharte con el primero que venga? Nunca lo entendí. Ni tampoco lo entenderé. Creo que nunca nada me llamó tanto la atención como encontrarte y mirarte fijamente a los ojos y reírme sin sentido alguno. Encontrar quizás en tus ojos la forma de seguir, ver en tu sonrisa que alguien me quiere y que no me toma como una opción. Poder hallar en tus abrazos un instante sin fin en el que puedo fundirme con alguien sin necesidad de palabras.
Una amiga del Twitter dice que eso se llama síndrome de enamoramiento. Por más resentida que sea ella, creo que tiene razón. Y que es una verdad que pocos se animan a aceptar, y por sobre todo cargar.
El celular suena sobre la mesa. Bajo la mirada nuevamente para leer el mensaje. De repente se me dibuja una sonrisa, me agarro la cabeza. Miro para la puerta... Y veo que te vas con alguien de la mano, una vez más.
Me quedo sentado mirando. Porque sé que otra cosa no puedo hacer más que sonreírte y mover mi mano diciéndote adiós. Salgo de ese lugar, afuera la lluvia cae sin parar. Me vuelvo caminando solo a casa. Otra noche más, en que las cosas no salieron como quería. Me resigno como lo vengo haciendo hace años, cierro la boca, abro la notebook y sigo escribiendo la historia de como algún día voy a aprender a ser valiente...

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